Víctor Moreno
Desengañémonos de una vez por todas: el sistema educativo actual sufre un galopante déficit de escritura y de oralidad. En la mayoría de los centros ni se habla ni se escribe de forma sistemática y consciente.
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La mayoría de las actividades que se proponen en este libro pueden convertirse en pretextos más o menos adecuados y funcionales para hablar y escribir. La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Aprender a hablar bien reportará a los alumnos el botín de una buena escritura? Y al revés: escribir correctamente, ayudará al alumnado a hablar mejor?
Yo tengo comprobado que, si se habla en el aula, las transiciones de lo oral hacia lo escrito se hacen de manera menos compulsiva y menos frustrante. En algunos casos, partir de la expresión oral aporta al alumnado un clima psicológico, ideológico y emocional muy positivo para escribir.
Lingüística y formalmente, la cosa es harina de otro costal. Hablar mucho y bien no garantiza nada. Muchos escritores escriben como los ángeles y se expresan fatal en público.
Sin embargo, planificar con los alumnos el contenido de lo que se quiere hablar y la manera en que se quiere llevar a cabo esta actividad favorece la comprensión y producción de todo tipo de textos, sean orales o escritos.
Ficha técnica
Referencias específicas
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